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20 de agosto de 2010

Una convocatioria literaria. Este jueves un relato. HISTORIAS PARA NO DORMIR

Sin apenas tiempo, aprovechando este día en casa antes de salir para tierras astures y cántabras, no me resisto a acudir a la convocatoria de los jueves.He aquí mi relato.

Era un día tormentoso. Confortablemente instalados dentro de casa, con el ruido de fondo de los truenos y de la intensa lluvia, con el exterior iluminado intermitentemente por los rayos, terminada ya la cena, cada uno de nosotros se afanaba en las tareas cotidianas.

Nuestros tres hijos mayores, ultimando los deberes antes de irse a la cama, Toñi y yo recogiendo la cocina y el pequeñín…. el pequeñín no estaba. ¡Saltaron todas las alarmas!.

Hacía sólo un momento que lo habíamos visto correteando por el pasillo de la casa y de pronto, repentinamente, había desaparecido.

Comenzamos por mirar en todas las habitaciones. Debajo de las camas, detrás de las cortinas, dentro de los armarios,… no estaba. A pesar de que las terrazas tenían las persianas bajadas, las subimos, abrimos los cierres de cristal pero no estaba.

Miramos dentro de los armarios cerrados con llave, pero no, el pequeño no estaba.

Nuestra desesperación iba en aumento. Salimos al descansillo de la escalera, pero ni rastro del pequeño. Subimos a la terraza del edificio a la cual no se puede acceder sin llave, pero, naturalmente, no estaba.

La inquietud y el miedo se iba apoderando de nosotros, haciendo que nuestro comportamiento fuera por momentos errático, irracional  y falto de sentido.

Bajamos al jardín, rodeamos dos o tres veces el edificio bajo la lluvia, con la esperanza de verlo aparecer en cualquier momento. Nada.

Al borde de una crisis de ansiedad, presos de los nervios, a punto de llamar a la policía, imaginando la existencia de fuerzas maléficas o seres extraterrestres, el sonido del timbre en nuestra puerta nos disparó hacia ella de una manera fulminante.

Abrimos y allí estaba, del brazo de María Fernanda y su hermana Moni, dos vecinitas algo mayores que Alejandro, nuestro pequeño.

Al parecer, había conseguido abrir la puerta del piso, (cosa que nunca antes había hecho)  y coincidió con ellas que inocentemente se lo llevaron a su casa para jugar. A su madre le dijeron que nosotros lo sabíamos.

No me pude contener. Le dí un cachete tan intenso, como los innumerables besos y abrazos que le dí a a continuación. Ha sido la única ocasión en que le he dado un cachete a uno de mis hijos, y aún me duele.

Como veis, fue una historia para no dormir….. con final feliz.




Mas historias inquietantes para no dormir en el blog de GUS

13 comentarios:

  1. Cuanta razón Pepe, solo cuando se tiene un hijo se conoce el verdadero miedo. Me hiciste emocionar con el final.
    Abrazo.
    Quizás te guste leer esto, es viejo:
    http://agorafobia.webcindario.com/papaolvida.htm

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  2. Nunca he tenido que pasar por una situación así, pero me imagino que cuando algo así acontece, llegamos a imaginar cualquier cosa!
    Por suerte, en tu caso, se da el final feliz.
    Que disfrutes de tu viaje!

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  3. ¡Qué bien que tuvo un final feliz! Sé lo que es eso. Cuando no encuentras a un hijo, que se ha esfumado por arte de magia. Bien mantenida la tensión en tu relato.
    Descansa estos días en esas tierras del Norte y feliz regreso.

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  4. Sólo el que tiene hijos puede saber lo que es eso. Me pasó parecido pero no igual, fueron diez minutos que se hicieron horas.
    La verdad es que nos imaginamos de todo, pero por suerte el final es feliz.

    Un abrazo

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  5. Más que comprensible la reacción! Te cuento Pepe, que recuerdo un episodio de mi infancia en el que muy inocentemente, me fui a casa de una amiga sin previo aviso. Por supuesto que me recibí el bofetón pertinente (la única vez que mi madre me dio uno) cuando regresé y ella se encontraba con el Jesús en la boca. En ese entonces, no entendí la gravedad del asunto, hoy como madre, me tocó vivir una situación similar, y realmente, hay que pasarlas para poder explicar la desazón y la preocupación que se siente. Menos mal que todo queda en el anecdotario, pero el susto igual se lo lleva uno.
    Besitos al vuelo y buen viaje!
    Gaby*

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  6. PEPE, saludos cariñosos.
    Resulta que esta experiencia, casi idéntica, la viví con mi hijo Roger. Símplemente desapareció !cuatro horas! Lo buscamos por todo el pueblo metro a metro, eran"las Casas de Alcanar" un lugar que antes era un paraiso en el delta del Ebro. Aquellas horas, sin embargo, fueron el infierno literal y la angustia verídica. Resultó que se bajaba por el tobogán, tan tranquilo!!! en un parque situado en el extremo de la playa, tenía tres años el muyyyyy, angelito???
    Pepe, lo que reconforta revivir similares vivencias, somos, a veces, tan parecidos los seres humanos.
    Terror puro y duro, lo certifico. Un beso saladito y yodado, tranquilo, respirando "jondo".

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  7. TENGO UN HIJO, ME HACE ESO
    ¡¡¡Y LO MATOOO¡¡
    A BESOSSSSSSSSSSSSSSSSSS..
    LA PERDIDA ASI INESPERADA, Y MAS SI ES LA DE UN HIJ, ES, ES SÍ QU SUELER SER TERRORIFICOOOOOOOOOOOO...
    MIL SALUDOS, PEPE...
    BIEN POR AS ASURIAS,,,,ESO TE DESEO.

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  8. Yo, también he guardado alguna imagen mía algo estresante. Yo bajaba apresurado con algun bebe cogido entre mis brazos por alguna de aquellas escaleras que hacen ese.
    ¡Y si en aquel momento me hubiera tropezado!
    Qué fragilidad la suya y de mi parte, qué inconsciente.

    Tésalo

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  9. Te entiendo perfectamente, me llevé varios sustos de esos, la segunda de mis hijas era especialista en esconderse, lo mimo detrás de una puerta, en la que parecía imposible que se pudiera poner ni el palo de la escoba, el caso es que la llamábamos y no contestaba, aunque la puerta siempre la tenía cerrada, me llevé varios sustos, y ella se llevó más de un tortazo, pero al siguiente día lo hacía de nuevo. Que lo pasen bien por esas maravillosa tierras que nombras. Besitos dobles.

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  10. Pepe,a veces el decir a un hijo te quiero pero me has asustado,se transforma en un cachete que bien es cierto que te duele más a tí que a él.
    Pero,como padre que eres,imagino que el abrazo posterior fué una mezcla de perdón,amor, y acción de gracias que ya ni él ni tú olvidaréis.
    Besucos de esta pequeña Gó(sonrisa)
    Sois increibles los dos¡¡¡¡
    Ayyyyyyyyyy,pero qué reguapos¡¡

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  11. Siempre me arrancan una risa callada tus historias, por lo familiares, lo cotidianas, lo humanas al fin y al cabo, sobre todo no he podido contener la risa al leer lo del cachete por el miedo que habías pasado y luego los besos, y es que cuando se te lee se identifica una tanto con lo que cuentas, aisssss, miles de besosssssssssss.

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  12. .¡¡Miedo!!¡¡Terror!!es algo que al menos en mi, nació con mis hijos hasta entonces creo que no conocí realmente el miedo, perderlos de vista en un momento en un supermercado, en una playa en un centro comercial puede convertirse en la peor pesadilla y yo...también la he vivido, magnifico relato. Gran beso

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  13. Y si que nos dan susto los hijitos, me has hecho recordar cuando mi hijo menor, no aparecía por lado alguno, al igual que tú me moría, nos pusimos a repasar en donde lo habiamos visto la ultima vez. entonces Leandro, el guardian dice, estabamos jugando escondite, mi madre, vuelta a rebuscar, se me ocurre meterme al cuarto del guardian, mi bebe dormía placidamente bajo la cama de éste, jm, me causo tanta ternura y paz que les dije, no lo despierten, carguenlo con cuidadito y como toda alcahueta madre lo llene de besos y le deje dormir, hasta que desperto y vino el consabido sermon, jajaja.
    Un beso tranquilo
    Anny

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